Haru No Yurei - Volumen 2: 22. Dos chicas inseguras
Ese día, conocí el lado sadista de Akane.
Ahora entiendo porque le gustó tanto Mizore.
Era lindo, a su manera.
Entender esas cosas me hizo entender algo importante. Akane tiene sus propios problemas, sus propias rivales, sus propias preocupaciones. Por eso es que realmente no le interesa este lado de la moneda. No siente que le amenacen porque ella siente amenazas de su lado de la moneda.
De hecho, le conviene que yo tenga a todas esas chicas. No tengo tiempo de ser robado por las chicas de las que ella se está cuidando. Ni siquiera cuando ella no me ve. Frente a ellas, Akane mantiene la imagen de una mujer casada, que tiene a su esposo feliz “de alguna forma” y que nadie le va a arrebatar eso. ¿Será sinónimo de estatus? No lo sé, pero sonaba muy lógico si lo pensabas de esa forma.
Es a ellas a quienes tiene que mantener convencidas, porque las burlas y las humillaciones no tendrán fin si una sola llega y dice “Yo he dormido con tu marido y lo hice más feliz que tú.” Poco importa quién sea ese marido en realidad.
Eso también choca con esa arrogancia que caracteriza a Akane. Ella en especial, no sería capaz de soportarlo.
Junto con la venganza, Akane quería sentirse segura. Porque incluso si la tal Habara llegara y dijera “Lo hice con él” Akane quiere la posibilidad de responder “Quedaste en ridículo, Ni siquiera para eso sirves” y por eso es que quería que llorara… Si es así, el mundo de las chicas es un mundo cruel.
Akane subió a tomar un baño luego de eso, hay que ver que ella nunca reclamó nada acerca de que la hubiera ensuciado. Creo que realmente le pareció algo gracioso.
El teléfono estaba sonando.
Lo tomé como pude y contesté. Creo que era muy obvio que se trataba de Kurimo.
…Moshi…
…Tardaste en contestar…
¿Tan pronto iban a comenzar los reclamos?
…Lo siento, estaba…
…No importa…
Me interrumpió.
…¿Cómo estás?…
Pregunté, tratando de desviar un poco el tema.
…Bien. Acabo de llegar a casa, mi madre prepara la cena y me estaba preguntando si tu… bueno… cambiaste de opinión o algo así…
Explicó ella.
…¿Por qué iba a cambiar de opinión?…
…Bueno… puede que decidas que pasar el día conmigo no es lo que realmente quieres…
Respondió Hatami, desanimándose.
…Oye. Estas empezando a hacerme enfadar…
…Debería colgar entonces, lo siento mucho… yo no quise…
Esta vez la interrumpí yo.
…¿Por qué me llamaste?…
…Bien, verás… no hemos acordado nada, pensé que me llamarías antes y…
…¿Cómo iba a llamarte mientras estabas de compras? Acabas de decirme que acabas de llegar… ¿Por qué estoy peleando contigo de todos modos?…
…Pues… yo no sé…
Y comenzó a llorar.
…Por favor, no llores, solo no llores…
…Lo siento… yo… olvidé que no toleras verme llorar…
…No es que no lo tolere, es que… ah, ya no importa. Te veo mañana ¿sí?…
…¿A qué hora?…
Preguntó ella, sollozando.
Eso era lo que quería preguntar. La verdadera razón de su llamada.
…¿A las diez te parece bien? Frente a la estación de policía…
Había una estación de policía cerca de su casa. A esa me refería.
…Si bien… si eso quieres… está bien así…
No sonaba a que estuviera conforme para nada.
…Suena a que tienes algo que decir, puedes decirlo, no hay problema…
Respondí. Ella sollozó.
…No… bueno, es solo que, pensaba que… pasaras a recogerme a mi casa, perdón por ser problemática…
Explicó entre sollozos.
…De acuerdo, solo no llores ¿sí?…
Pedí. Escuché como asintió luego entre llantos, al parecer, trataba de controlarse. Se hizo el silencio.
…Bien entonces, pasaré por ti ¿está bien?…
Asintió de nuevo, luego agregó:
…Una cosa más…
¿Otra? Me pregunté, pero mantuve la boca cerrada. No quería que se pusiera peor de lo que ya era.
…Dime…
Suspiré, supongo que era difícil para ella hablar así.
…Bueno… tú… no estás… esperando por nada pervertido ¿cierto?…
…No…
Mentira.
La mitad.
…Bien… entonces… es decir… hasta mañana…
Y colgó.
Dejé el teléfono en la mesita. Podía escuchar a Akane bañándose. Un algo me entró por ir hasta allí a buscarla, pero ella todavía tenía que ir al festival el día de mañana.
Me moría por verle ese uniforme, lo admito.
Era lindo. Muy lindo.
Por otro lado. ¿Qué pasaba con Hatami? Sentí que me faltaba algo. Y es que ella jamás volvió a ser ella, simplemente no encajaba para nada. Tal vez quería una demostración de que no estaba con ella por su cuerpo, entendía eso, pero ¿Por qué el llanto? Y es que cualquier pequeña cosa bastaba para hacerla llorar ahora ¿Y porque de pronto parecía que está harta de mí? No tenía la respuesta a ninguna de esas preguntas, y seguro que ella no me iba a decir esas cosas así como así.
Un mensaje me distrajo de ese tren de pensamientos.
“Hola”
Decía… y varias caritas sonrojadas. Era de Sanae.
Le respondí inmediatamente, suspirando y tratando de calmarme, para no meter un problema con otro al momento de contestarle.
“¡Te tardaste! ¿Sabes cuánto tiempo he esperado por ese mensaje? Estaba empezando a preocuparme. No hagas eso.”
Esperaba no sonar demasiado grosero.
La respuesta llegó mientras Akane bajaba con una toalla alrededor del cuerpo.
–Toshikane… ¿Has visto mi pijama? No la encuentro por ningún lado. –
Explicó ella.
–La metiste a tu cajón hoy por la mañana… ¿Ya la sacaste de allí?–
Akane me miró perpleja.
–¿Entonces no la lavé? –
Preguntó Akane contrariada.
–¿Cómo vas a lavarla? si llegaste… –
Y me interrumpí.
Akane hizo un berrinche.
–Ahhh, ahora no tengo pijama. –
–Puedes usar tu pijama de siempre… –
Respondí.
–Ni loca, esa pijama la usé mientras tu… me… hacías… eso… –
–¿Hacía qué? –
–Me lamías… –
Respondió Akane, acalorada, pero no avergonzada.
–No puedo usar eso… mañana tengo trabajo… –
Explicó.
–De acuerdo. Espera aquí. –
Respondí, y subí las esclareas, entre a mi cuarto, tome mi ropa de educación física del cajón y volví a bajar.
–Si no te molesta, puedes usar esto. Esta limpio, no lo he usado para nada desde que lo lavaste. –
Expliqué. Ella lo tomó y sonrió.
–De acuerdo. Prometo que estará listo cuando lo necesites. –
Explicó Akane, con una voz cantarina, y sonriendo, pero cambió su tono de voz por uno áspero en cuanto se dio la vuelta.
–Ah, pero tenías que beber… idiota. –
A ella no le gustan estas cosas, es muy metódica, y siempre quiere que todo esté como debe de estar. Cosas como olvidar lavar la ropa es un problema grande para ella.
Akane volvió a subir después de eso. Y ya había una respuesta en el celular. Akane debe haber visto que llegó, pero no lo abrió, ni dijo nada al respecto.
Lo leí.
“No me regañes ¿Quién te crees? Me tarde en escribir porque estaba reuniendo valor. Yo no puedo decir las cosas con franqueza como tú las dices, Y además, nunca le había mandado un mensaje a un novio. ¡Entiéndeme! Además tu dijiste que no te ibas a olvidar de mí. Eso quiere decir que no te molesta si me tardo un poco ¿No es cierto? ¿Por qué no mejor admites que has pensado en mí? Lo digo porque he pensado en ti… No es desagradable ¿cierto?”
Qué bonita pelea. Reconfortaba el corazón saber que ella estaba peleando de dientes para afuera. Me refiero a que era lindo cuando sabías lo que pasaba. Bien diferente de lo que pasaba con Hatami.
Respondí el mensaje.
“No es desagradable, no deberías pensar eso. Y está bien si te tardas, no me molesta, eso no quita que llevaba todo este tiempo esperando por un mensaje de ti. No es desagradable ¿Cierto? ”
Akane bajó vestida con mi uniforme de deportes. Y yo tuve que sentarme porque verla moverse sin sostén con mi playera de verdad me puso en un predicamento, pero ya que ella se había tomado la molestia de bañarse, supuse que sería desconsiderado de mi parte atacarla ahora, no porque fuera a resistirse, sino porque eso eliminaba el propósito de que ella estuviera usando mi ropa.
Una vez abajo, ella comenzó a calentar algo en la cocina.
–En un segundo serviré la cena. –
Comentó ella.
–Está bien. –
Me di la vuelta para no pensaren esas cosas ahora. Ella haló el elástico del pantalón.
–Me queda un poco holgado ¿No? –
Preguntó.
–No hagas eso… –
Respondí, escuchando como el elástico golpeaba su piel, y tragué saliva.
Akane soltó una risita.
–Perdón… no pensé que… –
–No lo hagas… me estoy esforzando mucho aquí… –
Reclamé.
–Lo siento, me sentí tan en confianza que… se me salió… –
Respondió Akane, riéndose.
–De acuerdo… –
Suspiré.
–Si de verdad lo quieres yo… –
Comenzó a decir ella, negué con las manos, nerviosamente. No engaño a nadie, si quería.
Estaba loco por esta mujer.
–No… está bien… ya te has bañado, y no tendrás ropa después. –
Akane se acercó a mí y acomodando su cabello todavía mojado, me dio un beso en la mejilla.
–Parece que no soy la única que se la vive pensando en esas cosas… –
Ella estaba satisfecha, eso podía verlo, pero yo no lo estaba. Si la atacaba ahora, quedaría satisfecho, pero seguro que ella quedaría sucia, se duerme muy tarde y mañana tiene que estar temprano.
Por si eso fuera poco, la falta de sueño empezaba a notarse en su rostro.
Ni que hacerle, esperaré.
Tomé mi celular y subí las escaleras, estaba pensando en tomar un baño, cuando llegó la respuesta de Sanae.
“¿De qué estás hablando? Claro que no eres desagradable, no puedes decir esas cosas. Yo no pensé que realmente estuvieras esperando, pensé que lo olvidarías, hace mucho que no hago estas cosas y… Es decir mírame… estoy sonriendo como tonta mientras leo tus mensajes. Mejor ve a dormir, no digas cosas raras. Yo siempre recibiré tus palabras con una sonrisa. Ten dulces sueños.”
Posiblemente ella quería dormir ahora. Respondí el mensaje en ese momento, antes de entrar al baño.
“¿Vas a dormir ahora? Yo creo que tomaré un baño y me iré a dormir. Y ya que dijiste eso, voy a tomarte la palabra como un permiso para soñar con la hija de mi jefe. Es decir, eso sería un sueño dulce, es tan linda”
Respondí, Akane salió de su habitación.
–¿Tomarás un baño? ¿A qué hora estarás allá? Quiero decir, para poder estar segura de que seré yo quien te atienda. –
Explicó Akane.
–Si… voy a tomarlo ahora. Creo que podría estar allí a las doce del día. ¿Estaría eso bien para ti? –
Pregunté. Akane asintió.
–De acuerdo. Entonces puedo tomar mi descanso a las once, y a las dos. Bien. Eso debería bastar. –
–¿Todavía tienes miedo? –
–Bueno, no es miedo precisamente, es más curiosidad que nada. Dijiste que irías con alguien que no es Mizore, me estaba preguntando como será. –
Yo bajé la cabeza.
–Si bien… ahora que lo pienso, quizá debería haber invitado a Mizore. –
Respondí.
–¿Está todo bien? –
Preguntó Akane.
–Nada que no pueda manejar. –
Respondí. Akane suspiró.
–De acuerdo. Voy a dormir ahora. –
Me dijo, y acercándose a mí, me dio un beso en la mejilla. Fue lindo, hay que admitirlo.
–No tardes demasiado… –
Agregó después.
–Dulces sueños. –
Le dije a Akane antes de que cerrara la puerta.
Después de eso me di un baño. Estaba pensando en Hatami y en todo lo que estaba pasando. A decir verdad, una de las razones por las que tome el baño fue para relajarme, luego de todo eso. Ella había estado mal conmigo todo este tiempo y yo no podía adivinar nada de lo que ella tenía.
Creo que… el teléfono era el problema. Era mucho más fácil cuando estaba con ella, podía mirar sus gestos y sus reacciones. Pero por teléfono… eso no explicaba que ella llorara por cada pequeña cosa.
Ni que hacerle, trataría de arreglar las cosas al día siguiente, lo que sea que estuviera pasando. Tal vez ella simplemente tenía alguna cosa de esas que les pasan a las chicas. Eso podía ser. Fue entonces cuando me di cuenta de que el teléfono comenzó a sonar cuando estaba vistiéndome.
Miré mi celular.
Sanae.
…¿Moshi–Moshi?…
Se hizo el silencio.
…¿Alguien?…
Volví a preguntar.
…Co…
…¿Co?…
…¡Contestaste!….
Sanae gritó eso con fuerza. Tuve que apartar el celular de mi oído.
…Claro que contesté, es decir… marcaste el numero ¿No es cierto? ¿Qué pasa?…
…Bien… yo marqué el numero pero… sinceramente, no pensé que contestarías, ¡Dijiste que ibas a bañarte!…
¿Si no quería que contestara por qué marcó entonces?
No eran reclamos muy enojados de todos modos, más bien parecía nerviosa.
…Pues si… ya terminé… yo creí que ibas a dormir…
Respondí.
…No puedo ir a dormir, tengo trabajo que hacer ahora…
Se quejó ella. Creo que Minase me había comentado que era programadora, solía quedarse hasta tarde trabajando a veces.
…De acuerdo, no lo sabía. Perdón. Si quieres colgar…
…No puedo trabajar así….
…¿Por qué no me dices que ocurre?…
Pregunté. Sanae suspiró.
…Tengo muchas cosas en la cabeza… no puedo trabajar así. Estoy muy nerviosa…
Está faceta se sintió nueva para mí. Espero que eso no le suceda a menudo.
…No iba a marcar, yo no pensé que me contestarías. ¿Qué pensarás de mi ahora? Seguro que es algo como “esta chica está totalmente chiflada. Mejor me alejo de ella” o algo como “¿Eh? Le doy un poco de atención y se vuelve loca.”…
Me reí.
…No digas tonterías. No voy a pensar nada como eso. Si fuera yo quien marcara ahora ¿Pensarías esas cosas de mí?…
…Si fueras desagradable… tal vez…
….Te daré más nalgadas si vuelves a insinuar que mi novia es desagradable…
Sanae por fin se rio del otro lado del teléfono. Pero su nerviosismo volvió pronto.
…Bien, yo, lo que quería decir, es que…
Y se hizo el silencio de nuevo. Con sinceridad comenzaba a alarmarme. Quizá perdería mi empleo.
…¿Hay algún problema?…
…Bueno, no, o tal vez sí, no lo sé, no sé si es un problema tampoco… Yo, verás, pasó algo extraño y… ah, no puedo decirlo…
Creo que era algo serio.
…Dime que ocurre, no tienes que estar así…
…¿Podemos vernos?…
Preguntó ella. Eso me dejó helado. No fue por lo intempestivo de la petición, sino porque no pensé que ella sería capaz de hacerla. Eran las nueve de la noche.
…Estas asustándome ¿Estas bien?…
Pregunté, estaba terminando de vestirme. No eran ropas de dormir, pero tampoco es lo que me pondría para salir. Sinceramente pensaba en mirar un poco la TV antes de dormir.
…Por supuesto que estoy asustándote ¿No es cierto? Olvida todo esto, yo no sé qué estoy diciendo…
…No, espera, eso no es…
Y suspiré. Lo mejor era ser directo.
…Vamos a vernos ¿sí? No sé qué está pasando y ahora estoy nervioso…
…Pero ibas a dormir…
…No voy a poder dormir ahora. Necesito pensar que estas bien, y no estás bien…
Respondí.
…Lo lamento, yo no pretendía ocasionar problemas…
…Si no quieres ocasionar problemas entonces accede…
Sanae suspiró, derrotada.
…Bien, yo, iré por el auto, te veo en unos momentos, ¿Está bien?…
Suspiré también. Quizá no era lo que estoy pensando, espero en verdad que no sea eso o estaré en un grave aprieto. ¿Se habrán enterado sus padres? Me preguntaba. Es decir, ella era un adulto pero, tal vez su situación no era tan simple.
…De acuerdo, ven con cuidado…
Respondí.
¿Qué le estaba pasando a esta niña? Estaba actuando justo como actuó en aquella ocasión, cuando fue a reclamarme porque Minase no le hablaba. Sea lo que fuera, me decidí a reaccionar con su bienestar en mente. Lo demás podía esperar por ahora. Me refiero a que ella podría pedir no vernos en la panadería o no acercarme a su casa por el momento. Lo entendería si así era.
No.
No tenía nada qué ver con su familia en realidad.
Cuando llegó el auto y se paró en la esquina de mi casa yo fui hasta allí. Hacía calor, así que no tuve mayor problema. Del auto, bajó Sanae, tampoco parecía qué hubiera planeado esto. Realmente había venido con prisa.
Lo primero que hizo cuando bajó del auto fue una amplia reverencia.
–Perdón por esto, yo sé que…–
Yo la detuve, me acerqué a ella y acaricie su cabeza.
–¿Un café? –
Pregunté, señalando a sus espaldas, había un café cerca de mi casa, con mesas bonitas y esas cosas. El sitio que escogerías para tener una plática con alguien.
–Yo lo invito… –
Respondió Sanae. Yo suspiré, iba a negarme, pero supuse que estaba bien si solo pagaba la cuenta antes que ella.
Nos sentamos y ella pidió un expreso doble. Era un adulto, pensaba, pero eso no se lo dije.
–¿Qué ocurre? –
Pregunté. Ella bajó la cabeza.
–Bueno, creo que… Hatami–chan se enteró de… lo nuestro. –
–¿Se enteró? –
Pregunté. Sanae asintió.
–Ha llamado a Minase hace un rato, yo estaba trabajando cuando escuché, ella parecía estar llorando, yo no quería hacerla llorar. –
Hay que ver que a Sanae le agradaba Kurimo. Siempre le agradó. Yo suspiré. Algo así tenía que ser, pero ella estaba sacando conclusiones.
–Lo que hacemos… ¿Está mal? –
Preguntó Sanae.
–No pienso que esté mal, pero eso de nada sirve si tu sientes que está mal ¿O sí? –
Respondí. Sanae se explicó.
–Yo te quiero. –
Dijo ella, así, llanamente. Hasta a mí me sorprendió. Ella no es de las que dicen esas cosas así, aunque, bien pensado, ella había ido hasta allí donde estaba yo a pelearme a su hermana, y no tuvo reparo en decir lo que pensaba.
–Pero… mis sentimientos no son nada comparados con los de ella, yo no quiero hacerle daño, no quiero que sufra por mi culpa. Ella es mucho más linda, y mucho más pura también y… –
Me enfadé.
–¿De eso se trata? ¿Piensas que ella es mejor que tú? –
Pregunté, Sanae bajó la cara, avergonzada.
–Ella tiene más derecho a ser feliz… –
Me acerqué un poco a ella y la obligué a mirarme levantando su barbilla. Sanae contuvo el aliento.
–Eso no tiene sentido. –
Respondí. Era lo que ella siempre decía.
–Pero, es la verdad, yo… soy una ladrona. Tu no deberías tener problemas por mi culpa. Y mírame… aquí estoy, ocasionando problemas, no tengo ningún derecho en realidad… deberías estar con ella. –
–Sanae… te quiero. –
Respondí. Lagrimas acudieron a sus ojos.
–¿Qué?–
Preguntó ella, aturdida.
–Lo que dije. Disculpa si me tardé en decírtelo… te he obligado a que lo digas antes, te he dicho cosas pervertidas antes también, pero creo que nunca había confesado lo que siento por ti. Creo que esa es la razón de que malinterpretaras todo. Tenía que haberlo dicho antes y… –
Sus lágrimas comenzaron a salir, aun así, ella no parecía triste. Estaba en shock, eso sí.
–No… eso no es cierto. No puede ser cierto… es decir… mírate… eres genial, y lindo y… y especial, yo… –
Cambió de termino para referirse a sí misma, “ucchi” es más femenino. Sonreí. Sanae bajó la cabeza. Y suspiró.
–Ya veo… lo dices para que me sienta mejor, siempre lo haces…–
Estaba decidida a no creerme.
–Nunca he dicho nada “para que te sientas mejor” Sanae, siempre he sido honesto contigo… –
Respondí.
–No… es decir, no tiene sentido, eso de verdad no tiene sentido. ¿Por qué ibas a quererme de todos modos? Yo… estoy bien con ser una ladrona, no tienes que quererme, no hay nada en mí que merezca tal cosa, tú tienes a Hatami–chan… yo solo… no merezco tu cariño. –
Lo pensé por un momento. Seguro que no podía convencerla de lo contrario justo ahora, pero algo podía hacerse. Tener y merecer son dos cosas diferentes.
–¿Y no lo quieres? –
Pregunté. Sanae me miró a los ojos, llorando.
–Shi… –
Y luego pegó su frente a la mesa y se puso a llorar. Yo acaricié su cabeza. Era la verdad, nunca le hablé de sentimientos, supongo que por eso ella creyó que no existían. Eso no es así. Por algo me puse celoso a pesar de que ella me seguiría ofreciendo su cuerpo. Es que no era lo único que quería de ella, solo que no se lo aclaré.
También tengo la impresión de que ella estaba viendo a Hatami como algo que ella no era. Hablo de esa idea de que era más “pura” si saben a qué me refiero.
Sanae era mucho, mucho más tímida y recatada que Kurimo. No se lo podía decir, es cierto, pero… ella tenía una imagen que no era real. En ese momento, unas mujeres que estaban sentadas en otra mesa se nos quedaron viendo. Supongo que pensaron que estaba siendo cruel con Sanae.
–Sanae… las miradas comienzan a doler…¿Puedes controlarte? –
–¡No! –
Gimoteó ella a medio llanto.
–Tu no entiendes… tanto tiempo… me sentí tan sola… –
Agregó después, limpiándose las lágrimas como pudo.
–Pues…ya no quiero que te sientas así… –
–¿”Sewuro”? –
Preguntó, juntando sus dedos frente a ella, como si tuviera miedo de creerme. Me gustaba su voz infantil, no lo voy a negar, la hacía parecer tierna. Quizá una de las razones por las que me encariñé con ella en primer lugar.
Asentí con la cabeza y Sanae bajó la cara de nuevo, bebió un sorbo de su café y volvió a limpiarse las lágrimas.
–Pero… Hatami–chan… –
–Me arreglaré con Kurimo después. Hemos estado teniendo problemas de otra índole. Y pienso que no deberías pensar que todo lo malo que ocurre es de alguna forma tu culpa. –
Sanae asintió. Sin decir nada por un momento.
Dio un sorbo a su café luego. Estaba temblando.
–Yo… no vine preparada siquiera… ¿Qué vas a decir de mí? –
–¿Preparada? –
Pregunté. Ella asintió, sin mirarme.
–Para escuchar algo así… mi corazón no estaba listo… es decir, no es que no quiera creerte… pero soy irracional y boba, y fea… –
–No eres ninguna de esas tres cosas. Eres una niña linda. Sanae. –
Sanae enrojeció hasta las orejas y juntó sus manos frente a ella.
–Yo… no sé qué decir. –
–No tienes que decir nada, me basta con que te sientas mejor. –
Respondí. Ella asintió con la cabeza y dio un nuevo sorbo a su café. Nos quedamos en silencio por un buen rato. Las tres señoras que me estaban mirando feo antes, sonrieron, pagaron y se fueron. Estábamos solos ahora.
Bueno, solos Sanae, yo, y el hombre que atendía.
Cuando el hombre que atendía desapareció tras la puerta, de lo que imagino era su bodega, Sanae alzó la mirada por fin.
–Dime… ¿Era verdad cuando dijiste que te casarías conmigo si fuera más joven? –
Así que eso había estado dándole vueltas en la cabeza. Mejor se lo explicaba de una vez.
–Si me lo estás diciendo para apuntar el hecho de que Kurimo es más joven, déjame decirte que eso era un pretexto. La verdad es que si me casaría contigo, si mi situación fuera más adecuada para ello. No se trata de la edad, casarme contigo es algo que no me puedo permitir, por varias razones. Eso no evita que me guste la idea, la verdad. –
–Ahora… tantas cosas tienen sentido… –
Respondió Sanae, limpiando sus lágrimas, que ahora eran más de vergüenza que de berrinche. Luego suspiró.
–Yo… realmente creí que se trataba de mi cuerpo. Pensé que si te lo daba, podía buscar cariño en otro sitio. Pero luego ese otro sitio se volvió horrible, y me dije a mi misma que era mejor si solo conservaba lo que tenía contigo. Incluso pensé que tus gustos eran raros. –
Explicó.
–Oye… –
Reclamé. Ella hizo una pataleta.
–¡Pues dices que te gusto yo! ¿Qué quieres que piense? –
–Es normal… eres linda. –
Respondí. Ella ignoró ese cumplido.
–Pero… sinceramente, pensé que solo estabas interesado en mi como un objeto. Algo con que satisfacer tus necesidades. Creí que tu cariño era para Hatami–chan. Creí que era su reemplazo. Por eso es que tantas cosas parecían no tener nada de sentido. Pero… es que yo estaba mal. Porque esto no es sobre mi cuerpo. Estabas celoso porque pretendía darle mi corazón a alguien, y tú lo quieres para ti. –
–¿No se puede? –
Pregunté. Sanae sonrió avergonzada.
–Ya te lo llevaste… justo ahora. Por eso es que preguntaba si lo que decías era verdad. Porque me has dicho cosas parecidas antes. Y básicamente estabas declarando tus sentimientos, y yo lo interpreté de otra forma. Fue grosero de mi parte. –
–Lamento haberme tardado en aclararlo. –
Sanae había terminado su café. Yo bajé la cabeza para decirle eso. En cierto modo, pienso que le habría evitado este pequeño susto si cuando comenzamos a ser una pareja le hubiera dicho esto.
–¿Puedo hacer una pregunta? –
Preguntó Sanae.
–De acuerdo. –
–Si no es la edad… ¿Qué es? –
Ella pareció estremecerse cuando preguntó, supongo que era algo difícil de preguntar en realidad. Y era difícil de responder también.
–Lo que te voy a decir va a sonar horrible, pero mi situación es un poco… difícil. Hay más chicas. Tengo una mujer esperando en casa. –
Sanae soltó una risita, luego sonrió y asintió.
–Eres un “playboy,” de eso se trata. –
Respondió ella.
–¿No te molesta? –
–Pues… no voy a decirte que me gusta, pero, te pedí que fueras mi novio con plena conciencia de que había otra. ¿Qué sentido tiene molestarme porque descubro que hay más? Por otro lado… –
Sanae se acercó a mí, y me dio un beso en los labios, fue sorpresivo, a decir verdad. Pero lo recibí bien. Ella me tomó de la cara cuando me besaba, luego volvió a su asiento y bajó la cara.
–Solo diré esto una vez… eres el chico más genial que existe en todo el mundo. Y eres la primera persona en el mundo, con quien no me da miedo ser yo misma. Si tú no hubieras estado allí, yo habría aceptado todos esos insultos y aun así hubiera gritado “vuelve, te necesito”… como la tonta que soy en realidad. –
Hablaba del tipo que la insultó en su casa.
–Eso para que veas si es desagradable. –
Respondí.
–Lo sé, pero… yo estaba tan necesitada, que no me habría dado cuenta. Irónicamente, me hiciste darme cuenta que puede ser mejor, puedo sentirme bien, puedo ser amada y deseada, y que… las… cosas de cama… (Así les dijo) nada tienen que ver con ser respetada como persona. Tú me mostraste esas cosas, tú me mostraste lo que es el amor. Por la fuerza tal vez, porque soy necia y no quería entenderlo. –
Aquella era la primera vez que Sanae hablaba conmigo como un adulto. Irónicamente, ella estaba utilizando su faceta más madura para hablar de cosas que normalmente diría con una voz infantil.
–Voy a seguir siendo la misma niña caprichosa y mimada que reclama atención todo el tiempo. Y posiblemente no quiera mirarte a la cara después de hoy. Pero sé que me forzarás, y me demostrarás de nuevo que no tengo nada de qué avergonzarme, me demostrarás de nuevo lo que significa ser mujer, que merezco mimos y halagos, que puedo ser honesta y no te burlarás. Y que no me estás mirando solo con el objetivo de satisfacerte. Y por eso, no importa lo que pase, siempre, siempre… siempre te voy a amar. –
Y diciendo esto, se puso de pie. Puso un billete de mil yenes en la mesa, y salió del café, casi corriendo.