Haru No Yurei - Volumen 2: 12. Mejores amigas
–¿Y ahora qué? –
Pregunté, Akane tenía una expresión alegre en el rostro, Mizore, una cara de excitación, ambas me miraban.
–Bueno… ella habló de una recompensa… posiblemente puedas hacer eso ¿No crees? –
Preguntó Akane.
–Por qué no mejor admites que quieres ver. –
Respondí, Mizore me miró, suplicante.
–Es cierto que quiero ver, pero esa no es la razón por la que estamos haciendo esto. –
Explicó Akane. Yo arquee una ceja. Akane se sentó en el sillón de la sala, no parecía querer que me detuviera, al contrario.
–Ahora, tu novia está esperando a que le atiendas, y yo también lo estoy esperando. –
Respondió Akane, sonriendo, lo extraño es que no parecía estar celosa para nada, lo que era más, creo que ellas dos tenían alguna especie de acuerdo, posiblemente no del todo con lo que estaba pasando, pero no estaban peleando.
Voltee a ver a Mizore, quien se dio la vuelta después de eso, y se acostó sobre el suelo, levantando su trasero, y así como estaba, se bajó las pantis, movió lentamente su trasero, de un lado a otro, ofreciéndome su cuerpo.
–Onii–chan… por favor… no puedo más… mete tu… pene dentro… apresúrate… –
Pidió, yo la tome por las caderas, acercándola a mí. Ella se rio complacida mientras yo podía notar su vulva palpitar. Hizo contacto con mi pene, y sus paredes prácticamente se separaron solas, recordando la forma que tenía mi pene dentro de ella.
–Es bueno ver que tu cuerpo me recuerda. –
Comenté. Mizore pegó su trasero a mí, tratando de acelerar el proceso.
–Si… te recuerda… recuerda la forma que le diste… así que… por favor… –
Lentamente, dejé que mi pene se fuera introduciendo, el néctar de amor de Mizore resbalaba por sus piernas y goteaba manchando sus pantis a medio vestir, mientras su vagina lentamente fue succionándome sin que yo tuviera que hacer absolutamente nada. Solo pararme allí, sostener sus caderas, y dejar que ella hiciera lo que quisiera. Mizore gemía, Akane suspiraba.
Aquí hubo algo que yo no estaba del todo consiente que pudiera pasar. Mizore movió su trasero de un lado a otro, lentamente, dejando que su cuerpo se acostumbrara a tener mi pene dentro de ella, mientras gemía complacida.
–¿Estas saboreándome? –
Yo me había dado el tiempo de saborear a las chicas antes, pero nunca me pasó por la cabeza que ellas pudieran hacerlo también. Es decir, se trataba de conectar los puntos sensibles del pene con sus paredes. Por supuesto que ella podría hacer lo mismo. Pero nunca lo había pensado.
Eso me dejó una sensación extraña.
Mizore volteó a verme, lagrimas resbalaban de sus mejillas, y su cara estaba roja. Asintió luego.
–Onii–chan… –
Llamó.
–Pégame… –
Pidió, en voz baja, y entrecortada por el estado en que se hallaba. Y como vio que, de algún modo me resista a hacerlo (más que nada porque no quería exponer a Akane a nuestro modo violento) se irguió un poco, sin permitir que mi pene saliera de ella.
–Solo una vez… solo una… por favor… –
–Bien… –
–Sé bueno… –
Pidió. Con eso intuí que realmente no tenía que ser un golpe muy fuerte, le di una nalgada, suave. Apenas se escuchó, y su espalda se puso rígida en ese momento y ella chilló.
–Auh… –
Jugo comenzó a salir de ella, manchando el suelo. Mizore bajó su cuerpo, poniendo las manos en el piso, todavía ni siquiera me movía y ella estaba viniéndose justo en ese momento.
–Perdón… yo… no pude evitarlo… –
Mizore comenzó a querer llorar. Parecía pensar que había echado a perder su momento.
Iba a decirle que no importaba, cuando ella me miró, llorando, y agregó.
–Puedes hacer lo que quieras… yo estoy satisfecha… no tienes que preocuparte por mi… –
Me dijo. ¿Lo que quiera? Me pregunté, mientras sonreía.
–Oh–oh… he visto esa mirada. –
Reclamó Akane. Mizore volteó a verla.
–Está enojado… quizá no debiste decir eso… –
Agregó Akane, llevándose una mano a la mejilla. Mizore me miró, todavía con lágrimas en los ojos.
–Lo siento… –
Dijo. Supe que no estaba jugando porque aquel era un llanto más normal que el que usaba cuando jugábamos. De todos modos, eso no importó mucho que digamos. Juego o real, dolor es dolor, y ella es una masoquista de todos modos.
.–Bien… ya que me dijiste que puedo hacer lo que quiera… que tal si probamos algo nuevo. –
Y sacando mi pene de ella, lo coloqué justo en la “otra” entrada.
–Esa es… –
Comentó, visiblemente asustada, pero no se movió. Comencé a forzar mi camino a través de ella, con fuerza, algo lento, porque estaba mucho más apretado de lo que yo estaba acostumbrado.
–Ah…. –
Fue el único ruido que hizo. Yo continué, sus nalgas se separaron todo lo que pudieron, mientras yo la sostenía de las caderas y forzaba mi camino.
–Está entrando… es… enorme… –
Akane se acercó a Mizore, agachándose para poder mirar la cara de Mizore, quien luchaba por soportarlo
–¿Qué se siente? –
Preguntó Akane.
No sé si Akane estaba alarmada o excitada. Respiraba con dificultad, y me miraba de reojo.
–¡Duele! –
Gritó Mizore, llorando. Le di una nalgada a Mizore, con fuerza. Su trasero tembló y el sonido hizo eco en las otras habitaciones. Akane me miró, respirado pesadamente.
–¿Pasa algo? –
Le pregunté. Akane asintió con la cabeza.
–La estas mirando… justo como me mirabas ese día… es… hermoso… –
–Puedes tener tu turno después… –
Respondí. Akane negó con la cabeza.
–No… yo quería ver esto. Quería verte así… justo como antes… haciéndola feliz –
Y diciendo esto, pasó de Mizore y se acercó a mí, besándome en los labios, todo esto mientras yo estaba aun dentro de Mizore.
–¿Esto te hace feliz? –
Pregunté. Mizore negó con la cabeza.
–Duele mucho… –
Chilló. Esto hizo enfadar a Akane. Se volvió hacia ella, enojada.
–¡Sopórtalo! –
Le gritó. O Akane era masoquista también, o Mizore ahora tenía dos amos y no solo uno.
–Accedí a compartirlo contigo ¡Sopórtalo! –
Ordenó Akane. Luego me miró de nuevo, y besándome los labios brevemente, se apartó.
–Adelante… come… –
Me dijo ella, sonriendo.
–Este es tu castigo por venirte así. –
Le anuncié a Mizore.
–Perdón… –
Se disculpó de nuevo, pero no sirvió de nada porque igual comencé a moverme. Mizore comenzó a gritar.
–Es demasiado… me voy a romper… –
Seguí empujando, tratando de alcanzar más profundidad, aunque lo hiciera más lentamente.
–Sería una lástima que este juguete tan bueno se rompiera… bueno… si lo hace, significa entonces que no era tan bueno… –
Respondí, ella me chilló.
–Ya vuelvo a ser tu juguete… estás siendo malo… cruel.–
Respondió Mizore, a media voz, y llorando. Comencé a acelerar el ritmo a medida que ella iba lubricando para aceptar mi pene.
–Para por favor… No puedo respirar… en verdad me voy a romper… –
Se quejó.
–De nada sirve que te quejes… no voy a parar… –
Respondí, acelerando el ritmo, ahora podía escucharse el sonido de sus nalgas golpeadas por mis embestidas.
–Para… te lo suplico… me romperé… nadie va a quererme… nadie va a querer a una puta… que aparte de todo está rota de su entrada sucia… te lo suplico… –
–En tal caso, solo tienes que seguir siendo mi juguete, como ahora mismo… –
Respondí. Eso pareció gustarle, porque sus nalgas se tensaron y su entrada comenzó a cerrarse y expandirse, se sintió bien.
–¿Me tomas por un tonto? Se nota que estas empezando a disfrutarlo… ¡Vaya una perra! –
Respondí, acelerando el ritmo solo un poco.
–No es verdad… yo no lo controlo… esto es… –
Halé su cabello para obligarla a mirarme, esto cambió un poco la posición en la que estábamos, su ano se contrajo con el cambio, tuve que hacer un esfuerzo para no venirme y continuar empujando, sus pechos bailaban al aire por la fuerza con la que estaba presionando.
Aun así, no cambié el ritmo, todavía estaba haciéndolo lento, de alguna forma.
La cara de Mizore, llena de lágrimas y mocos, se llenó de desconcierto.
–¿Por qué? Se supone que debe doler… ¿Por qué se siente bien? ¿Por qué? –
–Voy a dejar mi forma bien marcada en tu trasero también… de ese modo, jamás volverás a decirme que no quieres hacerlo… –
Mizore respondió llorando.
–Ya no te enojes conmigo… perdón… fui estúpida… no volveré a decir que no… lo prometo… –
–Que desagradecida… y yo aquí, haciéndote sentir bien… ¿Te parece que es justo? –
Empuje con fuerza, Mizore ahogó un grito en medio de su llanto.
–Perdón… –
Gimoteó después.
–Bien… creo que debería sacarlo ya. –
Sugerí, soltándola. Mizore cayó al suelo deteniéndose con las manos. Negó con la cabeza.
–Está bien… déjalo dentro… –
–Admite que te gusta… –
Respondí, amenazando con sacarlo. A todo esto, Akane no había dicho palabra, solamente miraba atenta la escena.
–Me gusta… me gusta por ahí… no lo saques… –
–Tche, al menos deberías agradecer apropiadamente. –
Continué empujando.
–Gracias… –
Respondió ella.
–Gracias ¿Por qué? –
–Por… meterlo en… mi entrada sucia… –
–¿Y? –
–Y darle tu… forma también… –
Gimió Mizore, a punto del orgasmo. Pensé que era un buen momento para venirme, y empujando con fuerza, arrojé mi semen dentro de su trasero. Mizore debe haberlo sentido, porque comenzó a venirse, arrojando jugos de amor al suelo. Acaricié su trasero después de eso.
–Que buena eres, Mizore. –
Respondí. Luego saqué mi pene de su trasero. El semen comenzó a salir de ella y a escurrir por sus piernas. Mizore se dejó caer.
–Me vine… con tu pene… en mi… en verdad que soy una perra. –
Fue lo que dijo, luego se quejó allí acostada, tratando de recuperar el aliento. Yo me senté de nuevo en el sillón, desplomándome porque estaba cansado. Akane se acercó entonces. Estaba roja de la cara y con la respiración entrecortada.
También podía notar sus pezones erectos por encima de la blusa. Pero no dije nada al respecto. En parte porque, bueno, tenía que bañarme si quería hacerlo con ella ahora mismo. Y a decir verdad, estaba cansado.
Lo que todavía no me quedaba claro, es… ¿Qué fue lo que ocurrió para que ellas accedieran a esto? Seguro que Mizore también tenía una noción de que esto pasaría.
–Eso fue grandioso. –
Comentó Akane.
–¿Exactamente qué parte? –
Pregunté, Akane parecía haber perdido todo el interés en Mizore, o es que estaba esperando a que ella se recuperara.
–Todo… el cómo lo hiciste… cómo la mirabas… cómo… todo. –
Explicó ella.
–Todo lo que puedo decir es que no lo pensé mucho. –
Akane se dio la vuelta.
–Yo… tengo que cambiarme de ropa, espera aquí… –
Dijo ella y se dio la vuelta. La vi subir corriendo las escaleras, antes de darme cuenta de que Mizore estaba allí de pie, y estaba mirándome con vergüenza.
–Toshikane–kun… –
Llamó cuando Akane subió. Volteé a verla y Mizore continuó.
–Lo que pasó hoy… ¿puedes… guardar el secreto? –
Preguntó Mizore.
–Hablas de…
Mizore asintió, se adelantó un paso, ni siquiera tenía bien puesta la ropa.
–No le digas a nadie que… disfruté eso. –
Me dijo.
–Mejor no le digo a nadie que “hicimos eso” ¿Qué tal así? –
–Eso… está bien… –
Respondió ella, bajando la cara. Aun con todo, sonreía.
–Yo… no sabía que mi… negativa te había molestado tanto. –
Explicó luego.
–Si bueno… –
–Yo… no sabía muchas cosas que ahora sé. Y entiendo que estaba malinterpretando las cosas. Ella es tan amable y femenina… creí que te habías conseguido a alguien mejor… alguien… no tan rara. –
Explicó.
–Mizore… de eso no… –
–Lo sé… lo sé ahora… ahora veo que incluso una chica amable y educada como ella tiene sus… gustos peculiares, y bueno… una chica a quien le agrada el dolor, ya no desentona tanto ¿o sí? –
–Cada quien tiene sus rarezas. –
Comenté. En eso ella tenía toda la razón. Es algo que todo el mundo debería tener en cuenta.
–Fumishi–chan dice que quiere que seamos mejores amigas… siendo así… estas cosas realmente podrían suceder más veces… yo… quiero verte más… tener citas… ya sabes… lo de siempre. –
–Mejores amigas ¿eh? –
Pregunté, sonriendo. Encogí de hombros, lo mejor era dejar ese asunto para ellas. La parte que a mí me concernía sin embargo.
–Mizore yo… te quiero. –
–¿Eh? –
Preguntó ella, por supuesto que no se lo esperaba.
–Es decir… yo sé que no debería estar diciendo esto en mi situación, sé que es egoísta y que posiblemente pienses que es una mentira… pero es la verdad, al menos en lo que a mí me toca saber. Todo este tiempo, lo único en lo que podía pensar es que te ibas a enfadar conmigo, y que tendrías razón si lo hicieras… pero no quiero herirte. –
En ese momento, Mizore, olvidándose de que estaba a medio vestir, se abalanzó sobre mí, y me abrazó.
–¿Qué haré contigo? ¿Eh? –
Preguntó ella, luego me dio un beso fugaz en los labios.
–Debo hablar con Kamine también… –
–Pensé que ya lo habías hablado… –
Respondí, ella se puso de pie de nuevo.
–Peleamos esta tarde, pero eso fue todo… no he hablado con ella realmente… solo me dijo que yo no podía satisfacerte y que por eso ella tuvo que hacer el trabajo… –
–Esa Kamine… –
–Tuvo razón sin embargo… además, yo me burlé de ella… todo el asunto fue feo. –
–¿Harás las paces con ella? –
Pregunté, aquello me intrigaba. Mizore negó con la cabeza.
–No… no ahora en todo caso, pero tengo que hablarlo. Es decir, ella me presentó a ti en primer lugar, y Fumishi–chan dice que no podemos gastar todas nuestras energías tratando de competir… creo que tiene razón, por las circunstancias que sean, ahora estamos en esto… es mejor si nos llevamos bien. –
Explicó. Yo no tenía idea de cómo eso iba a ser posible, pero se notaba que era la filosofía persuasiva de Akane. De eso no había la menor duda.
–¿Lo ven? Pueden llevarse bien de nuevo… eso es lindo. –
Akane venía bajando las escaleras, y al vernos tan cerca, suspiró y dijo eso. Yo voltee a verla, Mizore puso sus manos atrás y bajó la cabeza.
–Fumishi–chan… yo… –
–No tienes que ser así, Akane está bien si quieres, somos amigas ¿O no? –
–Si… –
–¿Y bien? ¿Está claro ahora? –
Preguntó, Mizore asintió.
–Podrías… ¿Mantener en secreto lo que pasó? Hablo de los detalles incómodos… de verdad… –
Pidió, con algo de vergüenza.
–No te preocupes, yo te guardo el secreto y tu guardas los míos. –
Ofreció Akane.
–Todavía no tengo un secreto tuyo que guardar. –
Se quejó Mizore.
–Lo tendrás… en algún momento tal vez… por ahora, así está bien como está. –
Respondió Akane, sonriendo.
–De acuerdo… tengo que irme… seguro que allá se están preguntando donde rayos estoy a estas horas… en medio de todo el caos mi tía se enteró de que habíamos roto de nuevo, así que no creo que espere encontrarme aquí… hablaré con Kamine. –
Dijo, acomodándose la ropa con prisa. Luego se detuvo.
–Aunque creo que debería esperar para caminar normal antes de hablar con ella. –
Agregó después, con una risita. Luego de eso, Mizore terminó de acomodarse la ropa, y Akane acompañó a Mizore a la puerta, yo me quedé donde estaba, hasta que escuché la puerta cerrase.
Akane volvió momentos después, yo solo la miré, era muy obvio que quería que se explicara, así que no tuve que decir nada. Akane se acomodó el cabello detrás de la oreja mientras iba a la cocina y comenzaba a calentar comida.
–Quieres cenar supongo… –
Comentó ella, evadiendo el tema de momento. Yo asentí. Tenía hambre, a decir verdad.
–Akane… –
Llamé, ella volteó a verme, pero en seguida volvió a sus labores. Me respondió. Eso sí.
–¿Crees que lo que hice estuvo mal? –
Preguntó Akane.
–Yo… no creo tener… la fuerza moral para decir que algo está mal. Akane, aun así, eso fue muy extraño. ¿Querías que me reconciliara con ella? ¿Por qué? –
Puso los platos en la mesa, mirándome atentamente.
–Bueno… es que…yo amo a todo el mundo. –
Explicó Akane.
–No digas eso… –
Respondí, bajando la cabeza, pero como fue muy obvio que era una excusa, Akane se corrigió.
–Bien, todo esto es acerca de ella, es cierto, pero también es acerca de mí. Y… de ti. –
Explicó, comenzamos a comer.
–La verdad es que, desde que vi a mi padre esta ultima vez, lo he pensado bastante. Tu… sabes como es mi madre… las cosas que hace… y sobre mi padre, la última vez que hablé con él, mi padre se atrevió a preguntar cómo era nuestra vida privada, incluso me advirtió… yo solo debería hacer lo normal –
Su coraje fue aumentando a medida que ella me iba diciendo, incluso apretó los puños.
–Mi madre está convencida de que esto es un completo fracaso… y yo sé que tengo la culpa de que lo piense, yo se lo dije. ¡Pero las cosas cambian! Yo ya no soy la niñita de papá, eso me ha traído muchos problemas… –
Se quejó.
–Pero ni mi padre ni mi madre creen en mi… yo no quiero fracasar en esto… es mi matrimonio ahora. No quiero acabar divorciada solamente porque fui demasiado tonta para mantener a un hombre feliz. –
–No es difícil mantenerme feliz. –
Repliqué.
–Ahora estas feliz… pero… ¿En un año? ¿En cinco? ¿Diez? ¿Qué ocurrirá entonces? –
–Lo mismo que ahora, supongo… –
Akane negó con la cabeza.
–No… ya he visto esa historia… estarás aburrido, harto de la misma mujer tonta y orgullosa que hace siempre ”lo normal” justo como mi madre está harta. Y entonces, te irás con otras, más jóvenes y bonitas… me dejarás entonces, no te quedará ni una pizca de deseo por una mujer frígida, y ahora, vieja. –
–Me estas enviando con otras ahora mismo… –
Me quejé.
–No… es diferente… –
Explicó ella.
–Al menos de este modo, puedo aprender, averiguar qué es lo que realmente te hace feliz. Todavía hay muchas cosas que yo no puedo hacer… aprenderé a hacerlas, aunque cueste trabajo. –
Explicó, conteniendo las lágrimas.
–Y… si un día estas aunque sea un poquito cansado de mi… tienes a donde ir, no tienes que divorciarte… no tienes que dejarme. –
Y entonces, Akane no tendría que pasar aquello que ahora mismo estaba pasando a su padre. Batí la cabeza con algo de vergüenza.
–No es un mal plan. –
Respondí.
–Y no lo digo solo porque en realidad me beneficie. –
–Algún beneficio tenía que tener ¿No es cierto? Casarte conmigo. –
Respondió Akane.
–Contigo bastaba… o eso es lo que me gustaría decir. –
Akane negó con la cabeza.
–Soy la novedad. Por supuesto que lo piensas. Pero dejaré de serlo en algún momento ¿Qué pasa entonces? –
Tengo la impresión de que esas cosas se las dijo su madre con intenciones de que ella regresara a casa.
–¿Por eso te hiciste amiga de Mizore? –
–Esa chica es especial… en cierto modo tenía más derecho que yo. Pero tenía la cabeza hecha nudos. Le dije que si venía a verte, tu aclararías todo para ella. Creo que Mizore–chan creyó que ibas a hablar con ella, pero yo no dije eso. Lo que yo trataba de decirle es que… necesitaba recordar ¿Por qué salía contigo en primer lugar? Y eso era algo que solamente unida a ti iba a recordar. –
–Y te quedaste a mirar… –
Repliqué, ella se rio levemente.
–No me culpes, claro que quería ver… creo que incluso le tomé un gusto especial a ser la espectadora de cuando en cuando… pero no me quedé por eso. –
Explicó, con la cara roja.
–¿Alguna otra razón? Aparte de tener un fetiche por mirar pornografía en vivo y en directo, quiero decir. –
Expliqué.
–No tienes por qué decirlo así… yo no lo veo de ese modo. Es cierto que mi cuerpo se sintió cálido, pero fue bello. Dos personas compartiendo lo más íntimo que tienen… –
–Tienes la forma de hacer que todo suene así. –
Comenté, riendo un poco.
–Me quedé porque… sé que te contienes cuando estás conmigo. Yo realmente quería saber ¿Cómo lo haces cuando no te contienes? Quizá en este momento, yo me desmayaría. No lo sé. Eso no quiere decir que no quiera saber cómo eres, cuando pones todo tu corazón en ello. –
–Pues ella también quería desmayarse, y tú no se lo permitiste… –
Me quejé. Aquello fue inesperado.
–Oye, estoy haciendo un gran sacrificio. No tienes idea de lo difícil que fue no pensar en detenerlos. Lo menos que ella podía hacer era aceptarlo. –
Replicó Akane, girando la cara dignamente.
Terminamos de comer luego de eso. Akane se levantó, y suspiró.
–Ahhh… Que terrible. Otra noche más que tendré que esperar para estar junto a mi esposo. Al menos podrías dormir a mi lado para compensar. –
Sugirió ella. Chantaje.
–Si quieres… puedo hacer un esfuerzo… –
Respondí, ella se rio.
–No… Ve a darte un baño. Y luego dormiremos, mañana tenemos escuela. –
Fui a darme un baño luego de eso. Al menos me alegraba de que ella se hubiera negado, porque no quería hacer el ridículo. Luego de que salí, Akane estaba ya en pijama, así que me puse la mía y fuimos a dormir.