Haru No Yurei - Volumen 1: 9. De familia
Al día siguiente, un sábado por cierto, Kamine entró a mi casa mientras yo terminaba de prepararme para ir a trabajar.
– Toshikane–kun… ¿estás en casa? –
Preguntó, no respondí, estaba ocupado lavando mis dientes, así que simplemente ella entró.
–Tienes que decirme si estás ¿Entiendes? –
Preguntó sin subir las escaleras, yo me asomé pero no la vi.
–¿Toshikane–kun? –
Preguntó ella nuevamente. Yo termine de lavar mis dientes y peinarme y salí del baño.
–Estoy acá. –
Llamé, ella gritó.
–No puedes asustarme así ¿Qué es lo que te ocurre? –
Preguntó ella, inflando sus mejillas.
–Lo siento, no fue intencional, me preparaba para ir al trabajo. –
Expliqué, ella asintió.
–Bueno, te ves decentemente bien, creo que no me molestaría comprar pan hecho por ti, después de todo. –
Comentó ella, mirándome de arriba abajo.
–¿Eso qué quiere decir? –
Pregunté, ella se rio levemente.
–No… no debo. –
Dijo para sí misma, mientras asentía con la cabeza, luego me miró y sonrió. Yo encogí de hombros.
–¿Por qué no me dices mejor lo que viniste a decirme? –
Pregunté, ella asintió.
–Vine a decirte que hablé con mi madre un poco… ella todavía insiste en que esas cosas no pasaron, creo que comienza a pensar en ello como en un sueño… pero… bueno, es que ella quisiera creerlo. –
–¿Cómo sabes que es lo que quisiera? –
Pregunté, sonriendo y golpeando su hombro, como a un buen amigo, ella me miró con recelo.
–Por el modo en que hablamos… le conté lo que había pasado conmigo, ella… me confesó lo que había pasado… más o menos… y yo no le dije todo… esto se está poniendo muy extraño, más te vale que merezca la pena. –
–Que merezca la pena…Ya te he cubierto ¿No es cierto? –
–No hablo de eso. –
Respondió ella, evadiendo mi mirada y abriendo la puerta.
–Hablo de que… no sé… podrías visitarme… más veces… sólo por diversión… –
Me dijo. Me quedé mirándola mientras ella se paraba en la puerta, esperando a que yo saliera, algo me golpeó en el pecho en ese momento… miré el reloj, tenía al menos veinte minutos de sobra.
Me acerqué a donde ella estaba y tomándola del brazo la jalé hacia adentro de la casa, cerrando la puerta, Kamine me miró perpleja.
–Quítate las pantis. –
Le ordené, sin darle tiempo de pensar, ella se ruborizó enseguida, mirándome con desconcierto.
–¿Cómo? –
–Quítatelas, ahora. –
Kamine obedeció, más por la urgencia de la orden que porque realmente comprendiera lo que quería de ella, puse mis labios sobre los de ella.
–Espera… pensé que tenías trabajo… yo… –
Dejé de besarla y sin decirle más la coloqué de espaldas y levanté su falda, dejando su trasero al descubierto.
–No sirve de nada, pero mira aquí. –
Metí mi mano entre sus piernas.
–Hay una inundación aquí abajo. –
Ella se aseguró de succionar mis dedos dentro de su vagina mientras movía su trasero, incitándome.
–Pues aprovecha. –
Me dijo. La coloqué contra la pared.
–Es bueno ser una puta. –
Dijo cuándo la penetré. Tapé su boca mientras me movía, para evitar que hubiera ruido.
Salí de mi casa cinco minutos tarde, dejando a Kamine adentro de mi casa, acostada sobre el suelo y con la ropa manchada por todos lados. Seguro que tendría que cambiarse.
–No tenías porqué ser tan rudo. –
Dijo a media voz cuando salí.
Yo me encogí de hombros.
No pude evitarlo.
¿Desde cuándo Kamine me parecía tan atractiva? Creo que fue la emoción del momento.
–––––––––
Como salí tarde de mi casa llegué tarde y Minase me miraba recelosa cuando llegué, incluso infló sus mejillas.
–Llegas tarde. –
Se quejó ella.
–Perdona, se me atravesó algo. –
Respondí, ella me ignoró por un momento. El señor Akiyama sonrió, entró en la panadería por un momento.
–¿Y bien? ¿Qué haremos hoy? –
Preguntó.
–No lo sé… ¿Qué tienes que estudiar? –
Pregunté, ella me miró con cara de no entender.
–No hablaba de eso… –
Me dijo, no entendí muy bien porqué hasta que ella bajó la cabeza escondiendo una sonrisa en el rostro.
–Nada de eso, tenemos que estudiar. –
Respondí, su cara cambió por una de desilusión al tiempo que me miraba con los ojos muy abiertos.
–Pero… obtuve buenas notas, no tenemos que pasar el tiempo estudiando. –
Se quejó, yo negué con la cabeza.
Lo cierto es que ese pequeño encuentro matutino había bajado un poco las ganas de tener algo con alguna chica, incluyendo a Minase.
–Tener buenas notas no es suficiente, tenemos que esforzarnos más. –
El señor Akiyama salió después de eso, y me extendió un examen, era cierto, Minase había mejorado sus notas, bastante, diría yo.
–Creo que esto demuestra que estás haciendo un buen trabajo, confío en que mantengas esos resultados. –
Me pidió, luego de eso, me extendió un sobre amarillo, con dinero dentro, obviamente.
–Toma, esto es un adelanto, estoy consciente de que no debería estarte pidiendo esto, así que puedes tomar esto como un agradecimiento aparte. –
Dijo el señor, imagino que todavía apenado por lo que me estaba pidiendo.
–Bien… hay algo que quiero decir, antes de irme. –
Minase me miró con ojos asesinos pero no dijo nada.
–Sucede que el día de mañana tengo un asunto de carácter urgente que debo resolver, es un asunto escolar, me preguntaba si podía cambiar mi día de descanso para poder asistir. –
Fue una buena idea decirlo en ese momento, ya que por todo lo que estaba pasando, era poco probable que se negara.
–De acuerdo, puedo hacer eso por ti… claro que a cambio tendrías que asegurar que Minase terminara sus ejercicios del día de hoy. –
Comentó, sonriendo, yo asentí.
–Puede estar seguro. –
Le dije y poniendo una mano en el hombro de Minase nos dimos la vuelta.
–No quiero hacer lecciones. –
Se quejó ella, mientras comenzábamos a caminar.
–¿No quieres hacer lecciones? Eso es un problema, se supone que tengo que darte lecciones. –
Le dije.
–¿Y no vamos a hacer nada más? –
Preguntó ella desanimada.
–No sé si sea una buena idea… –
Respondí.
–Esperé mucho por este día. –
Se quejó.
–En eso yo no tuve nada que ver. –
Respondí. Entramos a su casa. Su hermana mayor estaba sentada en la mesa, me miró con ojos asesinos, pero no dijo nada. Después de unos momentos se levantó y se fue.
Me quedé a solas con Minase, a medias, porque su madre y su hermano entraban y salían, ella se puso a hacer sus lecciones, en la medida de lo posible, quiero decir que se distraía con cada pequeña cosa.
Después de unos momentos tomé uno de sus cuadernos y le di un golpe en la cabeza.
–Tienes que dejar de distraerte. –
Le dije, su madre me miró conteniendo la risa, pero no presté atención.
–No lo sé… no me siento con muchas ganas esta vez… –
Se quejó ella, sin levantar la cabeza, ni siquiera se sobó, tampoco es como que le haya golpeado muy duro.
–Eso no tiene nada que ver, has estado distraída toda la mañana, a este paso, no acabaremos nunca. –
Le regañé.
Minase no respondió, sólo continuó en sus tareas, así que decidí que podía ir más lejos y acaricié un poco sus piernas, por debajo de la mesa. Su lápiz en el cuaderno tembló, pero ella no alzó la cabeza, ni dijo palabra.
Después de un momento, escuché el sonido de alguien bajando por las escaleras, era Sanae. Quité mi mano de las piernas de Minase antes de que su hermana mayor se percatara. Minase suspiró.
–Me cansé, no quiero. –
Se quejó ella, Sanae se acercó.
–Tienes que seguir, ya casi hemos terminado. –
Le insistí. Sanae intervino.
–Termina rápido para que este chico pueda irse a casa ¿Quieres? –
Creo que seguía molesta conmigo por lo que había ocurrido el día anterior, aunque no entiendo por qué estaba molesta, después de todo, ella parecía haberlo disfrutado tanto como yo.
–No necesitas presionarme, Toshikane–kun está presionándome bastante… tú vete. –
–Esa actitud rebelde es precisamente la razón por la que él está aquí. –
Respondió Sanae, tomando algo del refrigerador y volviendo a subir las escaleras.
–Pero ese no es asunto tuyo. Déjame sola. –
–¿Dejarte sola con este chico? Ni en sueños, es porque es un pervertido de lo peor ¿Entiendes? –
Diablos, tenía que abrir la boca, ahora Minase la miraba interesada.
–¿Cómo sabes que es un pervertido? –
Preguntó ella, mirándola con interés. Sanae y yo nos miramos mutuamente por unos momentos.
–Porque… todos los chicos son pervertidos ¿No lo sabes? Es por eso que tengo que mantenerlo vigilado. –
Se quejó Sanae.
–Sí, pero dijiste “de lo peor” ¿Cómo sabes que él lo es en especial? –
Respondió Minase, cuestionando a Sanae.
–Sólo lo sé. –
Respondió ella, y antes de que Minase pudiera decir algo más, subió las escaleras.
Minase me miró confundida.
–¿Paso algo entre Onee–san y tú? –
Preguntó ella, ladeando su cabeza.
–Para nada. –
Negué con ambas manos, pero ni aun así pude ocultarle que estaba algo nervioso. Minase me miró con desconfianza, yo traté de desviar el tema.
–Tienes que terminar el ejercicio. –
Le dije, estábamos haciendo tarea de lógica y aritmética.
–Ahora tengo curiosidad, ella siempre es esquiva, pero nunca a ese grado… ¿Por qué es que Onee–san desconfía de ti? –
Preguntó ella.
–No lo sé. –
Tuve que girar la cara para decirle eso, acordándome de cómo escurrían sus muslos la noche anterior, comencé a tener un problema en el pantalón, que esperaba que Minase no notara.
–Como sea, no podemos hacer gran cosa si tu Onee–chan continua vigilándonos tan de cerca. –
Agregué, Minase bajó la cabeza.
–Sí, es cierto. –
Dijo y volvió al ejercicio, después de unos momentos ella volvió a indagar.
–¿Crees que sepa lo que pasó la última vez? –
Preguntó, era obvio que no podía dejar de pensar en eso.
–No lo creo… no creo que sea eso. –
–¿Entonces porque actúa tan raro? –
Preguntó Minase, yo la tomé de la cabeza y dirigí su mirada al cuaderno por la fuerza.
–Eso es en lo que tienes que concentrarte. –
Le dije, no pasó un minuto cuando ella volvió a mirarme.
–Tal vez le gustas. –
Comentó, yo la miré acusadoramente.
–Y tú también estas actuando raro, estabas tocándome justo antes de que ella bajara, incluso comenzaba a emocionarme. –
Aseguró.
–No pasa nada raro, es sólo que quiero que terminemos esto, la verdad es que si tuve la tentación, pero con ella yendo y viniendo, no podemos hacer nada. –
–No sabemos si volverá a salir. –
Se excusó ella.
–De verdad tienes ganas de eso ¿No es cierto? –
Pregunté, suspirando, Minase bajó la cabeza.
–Pues si… perdón. –
–De acuerdo, hagamos esto… compartamos correos, ya que tu hermana va a estar vigilándonos, todo tiene que verse normal… tendrás que esperar un poco más de todos modos, pero esta noche, antes de dormir, deja abierta la ventana… y yo vendré a buscarte. –
Le dije, en voz baja.
–¿En verdad? –
Preguntó ella, con los ojos brillando de ilusión.
–No hagas tanto alboroto, si se entera alguien de que estoy aquí… seguro que no vivo para contarlo y tú tampoco… tiene que ser en secreto. –
–De acuerdo. –
Dijo ella, y así sin más, quedó establecido que vendría a buscarla, compartimos correos después de eso, y luego ella terminó su ejercicio, ya no se distrajo mucho, aunque mientras me iba me susurró.
–Siento cosquillas en mi parte especial cuando pienso en esta noche… no te vayas a tardar. –
Me dijo, luego me di la vuelta, sin decirle nada, mientras ella guardaba sus cosas y volvía a su cuarto, yo salí de aquella casa, preguntándome cual sería la mejor forma de entrar sin ser visto.
Había que repetir la operación de la casa de la señora Kaoru.
–––––––––
Después de eso, mientras iba hacia mi casa hablaba con Mizore por teléfono. Le marqué más que nada para corroborar que tendríamos una cita el día de mañana, es decir, domingo.
…Moshi–Moshi Hanagima–chan, lamento lo intempestivo de mi llamada, espero no estar interrumpiendo nada…
Comenté.
…Para nada, de algún modo, esperaba que hablaras cuando menos una vez hoy… ya sabes… para arreglar todo…
…Si bien, no quiero parecer interesado pero, prometiste que…
Era mejor si era Mizore quien lo decía.
…Si está bien para ti, claro, yo… prepararía la comida, he pedido permiso a mi madre, dijo que estaba bien, siempre y cuando, bueno… no fueras un mal tipo, yo le dije que eras amable…
Por supuesto, ella estaba pidiéndome que me comportara, no tenía problemas en cuanto a eso. Entré a mi casa luego de eso.
…Puedes estar segura de que no habrá de que preocuparse, por otro lado, estaré esperando por ello…
…¿A las seis estaría bien para ti?
Preguntó, como siempre, había infinidad de razones para establecer la cita a esa hora.
…Por supuesto, creo que sé cómo llegar hasta allí, puedes esperar a que te marque por teléfono mañana para que sepas que he llegado…
…De acuerdo, esperaré con ansias entonces…
Parecía que tenía que colgar, yo me despedí de ella, y colgamos.
–––––––––
Me metí a bañar después, me cambié, repitiendo los pasos de la última vez que había hecho esto. Nuevamente me aseguré de llevar ropa con la que no pudiera identificarme algún conocido, si me veía.
Eran aproximadamente las nueve de la noche cuando salí de mi casa, y después de caminar un poco, me acerqué a la casa de mi jefe, las luces estaban apagadas, con excepción de la del cuarto de Sanae, supongo que de mantener la luz encendida, los padres de Minase podrían darse cuenta de que algo no andaba bien.
Mandé un solo mensaje.
“Ya estoy aquí”
Puse en el mensaje que envié a Minase y esperé.
Dos minutos después, la ventana se abrió y ella me saludó desde dentro. De todos modos, todavía había un problema y es que su cuarto estaba en el piso de arriba.
Miré hacia todos lados para asegurarme de que nadie me viera, y entonces, escalé el camino hasta su balcón, no fue tan difícil como esperaba, y afortunadamente, pude hacerlo en el más absoluto de los silencios.
–Te esperaba. –
Dijo ella cuando cerró la ventana detrás de ella.
–Shhh, habla en voz baja, si alguien se da cuenta de esto estaremos perdidos. –
Le aseguré, ella asintió con la cabeza, pero ya respiraba con dificultad, comenzó a balancearse sobre sus propios pies, imagino yo que sin saber que decir, estaba vestida de la misma forma que la había encontrado esta tarde, con un short corto color azul y una blusa color gris.
–¿Qué vamos a hacer? –
Preguntó ella, impaciente.
–¿Por qué la luz del cuarto de al lado está encendida? –
Pregunté, estaba algo alarmado, es cierto, pero ella lo malinterpretó al instante.
–¿Sabes? Estoy empezando a pensar que estas interesado en mi hermana ¿Te gusta Onee–chan? –
Preguntó Minase, inflando sus mejillas.
–No se trata de eso, si se enteran entonces… –
–Está bien. –
Dijo ella, y repentinamente me tomó de las manos.
–Tienes que calmarte, nadie va a venir, Onee–chan no está, siempre sale a esta hora y siempre deja la luz de su cuarto encendida. –
Me dijo ella, creo que me vi demasiado paranoico, eso no era normal en mí, por otro lado, si me atrapaban en esta realmente, realmente iba a estar en problemas.
–De acuerdo, hagamos esto. –
Le respondí, suspirando y así como estábamos, tomando de las manos, la llevé a su cama.
–Estoy muy nerviosa. –
Me dijo, yo comencé a besarla si decir nada, y como no había soltado sus manos, la boca era la única cosa con la que podía ser lascivo, así que comencé a aumentar la intensidad del beso, usando mi lengua y metiéndola en su boca.
Ella se dejó besar, y después de unos momentos, imagino que por instinto, estaba arqueando su espalda para que su cuerpo pudiera rozarse con el mío.
Me detuve cuando pude sentir sus pezones saltar por encima de su blusa.
–Vaya, parece que si puedes ser atrevida. –
Comenté, ella soltó una risita.
–Mi cuerpo se mueve por sí solo, yo no estoy haciendo nada. –
Se quejó ella.
–¿Y cómo se siente? –
– Mi parte especial me pica… ¿quieres revisar? –
Preguntó con una sonrisa de complicidad.
–Haré algo mejor. –
Le dije, con un susurro y me puse de pie, ella me miró con cara de no entender.
–¿Mejor? –
Preguntó, parecía interesada.
–Ponte sobre tus rodillas y muéstrame tu trasero. –
Aquello no le agradó mucho, supuse que sintió desconfianza.
–De acuerdo… –
No obstante obedeció. Yo desabroché su botón mientras ella se apoyaba en sus codos y aparté su ropa interior para encontrarme con que ella estaba bastante mojada.
–Eso es aún más vergonzoso que la otra vez. –
–Lo sé, y lo siento, pero te prometo que se sentirá mejor. –
Aseguré, mientras comenzaba a juguetear con mis dedos en ella, comenzó a contornear su cuerpo mientras se quedaba en silencio, lo único que podía escucharse era el sonido de sus paredes y mis dedos.
–Es un sonido… peculiar. –
Comentó ella, ahora estaba tan silencioso, que escuchar aquello con tanta claridad le acomplejaba.
–A mí me agrada… –
Respondí, ella soltó algo intermedio al tiempo que se estremecía.
–Pervertido. –
–No es mi culpa. –
Acerqué mi cara a su vagina y comencé a usar mi lengua, ella tuvo un sobresalto.
–¡Oye! No… eso no se debe lamer… –
Se quejó, apenas conteniendo su voz. Me detuve por un momento.
–¿No te gusta? –
–Sí pero… –
Volví al ataque, esta vez usando ambas manos para separar sus nalgas, metí mi lengua entre sus labios.
–Tienes que permanecer callada. –
Le recordé, deteniéndome, ahora no le gustó que me detuviera, volteó a verme, visiblemente enojada.
–No estoy siendo ruidosa. –
Se quejó ella.
–No puedes hacer ruido. ¿Entiendes? –
–De acuerdo, me callare, sólo… continua con eso… por favor. –
Volví a meter mi lengua dentro de ella y continúe haciendo círculos, ella pareció olvidar que tenía que permanecer callada y comenzó a gemir, y me detuve.
–¿Qué? –
Preguntó ella.
–Estás haciendo ruido. –
–No puedo evitarlo… se siente bien… –
–Si nos descubren no podré hacer esto nunca más. –
Le advertí. Ella hundió su cara en la almohada para ahogar los ruidos, y lo hizo muy a tiempo, porque comenzó a aumentar sus gemidos después de eso. Pude sentir en mi lengua como se contraía cuando el orgasmo recorrió su cuerpo… es una sensación complicada.
Y mi pantalón me estaba matando para este punto. La última vez fui capaz de controlarme, y pensé que esta vez también podría hacerlo, pero lo único que hice fue ponerme de pie mientras ella me miraba tratando de normalizar su respiración.
–Eso fue grandioso… –
Comentó, jadeante.
–Todavía no termina. –
Le dije, Minase abrió los ojos todo lo que pudo.
–¿Qué es eso? –
Preguntó. Me pareció un poco gracioso que ella preguntara eso así, quizá por el sitio en donde estaba no lograba ver más que una sombra.
La sombra de lo que yo estaba a punto de meter entre sus piernas. Puse una mano en su trasero mientras me acercaba para poder acomodarla.
–Creo que es hora de hacerlo completo. –
Le dije, ella hizo su trasero hacia atrás, acercándose a mí.
–No entiendo nada, pero si tú dices que está bien, de acuerdo. –
–Esto puede doler un poco. –
Le advertí, ella asintió con la cabeza.
–De acuerdo, estoy lista. –
Nunca pensé que una chica de su edad estaría tan dispuesta, creo que eso fue una gran parte de porque me detuve la última vez, pero supongo ahora que su curiosidad sobrepasaba cualquier miedo que ella pudiera tener, sobre todo si hablamos de que ella acababa de tener un orgasmo.
En ese momento, tocaron la puerta.
Mi corazón se detuvo por un momento.
–¿Minase? ¿Estás bien? –
Preguntó una voz afuera. La voz de su hermana. Instintivamente me alejé de Minase al tiempo que subía mi ropa como podía. Volvieron a tocar.
–¿Minase? –
–¿Qué hacemos? –
Preguntó Minase con un susurro, evidentemente también sobrecogida por el pánico.
–Te diré lo que haremos, abre la puerta y dile que está todo bien, yo me quedaré aquí dentro, sólo… pase lo que pase, no enciendas la luz. –
Le dije mientras me escondía detrás de la puerta, en un lugar especialmente oscuro que había en la habitación, pues estaba a un lado del closet.
Volvieron a tocar, y Minase abrió la puerta, rascándose los ojos, yo podía verlas a ellas, pero ellas no deberían poder verme a mi desde donde estaba. Traté de bajar el ritmo de mi respiración para no hacer ruido.
–Onee–san, estaba durmiendo. –
Se quejó Minase. Sanae la miró por un momento, sin decir nada, iba a pasar y Minase le negó la entrada.
–Si no te importa, quisiera volver a dormir. –
Le dijo ella.
–¿Qué está ocurriendo? No me mientas, Minase. –
–No está ocurriendo nada, y si sigues molestándome llamaré a Mamá para que te eche. –
Le amenazó Minase, eso hizo que su hermana se alterara un poco.
–¿Qué te ocurre? Desde hace varios días estás extraña conmigo. –
–No ocurre nada. –
Replicó Minase.
–Escucha, no le diré a nadie ¿De acuerdo? Solo que no puedo seguirme rompiendo la cabeza pensando en que tal vez estas en problemas. –
–Tu nunca te preocupas por esas cosas, eres mala mentirosa. –
–Claro que me preocupo por ello, pero tú nunca estás en problemas… y ahora no has hablado conmigo en toda la semana. –
No pensé que escucharía una conversación de este tipo, evidentemente Minase no quería hablar, mucho menos de estas cosas, y además, sabía que si intimaba con su hermana aquí, yo estaría escuchando.
Pésimo “timing” por parte de su hermana, tengo que decir.
–Tengo un novio ¿Ya? –
De todas las cosas, a Minase solo se le ocurrió decir esa. Su hermana la miró extrañada, como si no supiera que decir en ese momento. Guardó silencio por un rato, hasta que finalmente su estupidez habló por ella.
–Eres demasiado joven. –
Pésima respuesta, hasta yo, que soy un imbécil, lo sé.
–Ve a dormir, Onee–san. –
Intentó cerrar la puerta, su hermana la detuvo débilmente.
–No puedo dormir, si quieres hablar estaré allí. –
Es decir, lo que para mí se traducía en algo como “Otra vez no” hablando de lo que estaba a punto de hacer, otra cosa es que esta clase de cosas también arruinan el ambiente, ni siquiera estaba seguro de que Minase querría continuar luego de cerrar la puerta.
No quería.
Lo supe después de que cerró la puerta y suspiró. Suspiré también, terminando de abrocharme el pantalón.
–Lo siento… estábamos a punto de… –
Dijo ella, con una lagrima en el rostro.
–No te preocupes. –
Aunque yo no era quien para decirle qué hacer, eso lo sé de sobra. No me molestaba tener que esperar para esto, es decir, podía hacerlo con cualquier chica otro día, pero admito que en este momento sentí pena por Minase.
–Tienes que arreglar las cosas con tu hermana. –
Tampoco soy quien para decirle eso, yo no tengo familia, no sé cómo se siente pelear con tu hermana.
–No quiero, ella siempre es así, esa es su excusa para todo lo que le digo, es por eso que ya no le hablo. –
–¿Sólo no le hablas? –
–No es que la odie, es sólo que estoy cansada de que me trate como a una niña… pensé que si me distanciaba de ella por un momento, me sentiría mejor. –
Explicó, sentándose en la cama y balanceando sus pies.
–Y estaba sintiéndome tan bien… –
Se quejó.
–Podemos hacer más cosas después, no hay razón para apresurarse. –
Respondí, sonriendo.
–¿Sabe bien? –
Preguntó ella, mirándome con curiosidad.
–¿Qué cosa? –
–Mi ya–sabes–qué… la lamiste, mucho tiempo… ¿sabe bien? –
Explicó ella, yo sonreí.
–Es difícil de decir, todo lo que puedo decir es que se siente bien hacerlo. –
–Si quieres, otro día, yo podría lamerte a ti… –
Así que eso es lo que quería decir, por mí no había problemas.
–De acuerdo. Ahora debo irme, antes de que realmente suceda algo que no podamos manejar. –
Minase abrió la ventana, antes de irme, le recordé.
–Tienes que decirle a tu hermana lo que está pasando… –
–¿Por qué? –
Preguntó ella sorprendida.
–Porque es tu hermana. –
Respondí yo, sonriendo, y salté hacia el jardín, después de pasar la barda, eché a correr, rumbo a mi casa.